El lunes, cuando despertemos, el dinosaurio aún estará allí

Se acabó la cuenta atrás. Gracias a una ley que nos trata como a menores de edad, tenemos veinticuatro horas completas para reflexionar. Ya no queda margen para nada, ni siquiera los mercados van a darnos más disgustos este fin de semana. En las calles y en la red quedan restos, imágenes desoladoras, ríos de tinta y palabras, de la tramposa campaña electoral que ha terminado. El país y el mundo vivían en un plano, mientras la campaña se desplegaba no en otro plano, sino casi en otro planeta.

Rubalcaba no nos sorprendió con su magia: adiós mito. Aunque igual su esfuerzo pedagógico haya servido para evitar un desastre aún mayor. No va a ser posible saberlo. Rajoy nos entretuvo un par de semanas con sus vaguedades mientras a escondidas, tal vez en el comedor de casa, preparaba una lista-de-las-cosas-que-hay-que-hacer. Y un gobierno-bis, lo nunca visto en estas tierras, para co-gobernar a partir del lunes. Mejor dicho, para tutelar al actual gobierno hasta la nochebuena. Apártense todos, déjennos solos, pronto volverán los tiempos de España-va-bien, tras una larga temporada de España-al-menos-no-va-peor. Y mientras tanto en Catalunya se gesta tal vez uno de los grandes movimientos tectónicos de este tiempo: un insólito (e impensable hasta hace poco) cuasi-empate entre socialistas, nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes.

Los mercados, donde se ha desarrollado el auténtico marco de la campaña electoral, duermen aparentemente a la espera de la tormenta del lunes. ¿Tendrán un detallito con el nuevo gobierno, como humildemente les pide Rajoy? ¿Algo más de media horita? Tal vez. Ya se la cobrarán con creces en su momento.

El lunes, cuando despertemos, el dinosaurio aún estará allí.

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