DÍA 5 / Y Zapatero viendo la tele en casa...

De córpore presente. Ésa es exactamente la posición que ocupa Zapatero en la política española. Anoche sólo existió en dos errores de Rajoy, cuando se divirtió confundiendo a Rodríguez con Pérez... Son lo mismo, vino a decir. Y es rigurosamente cierto: a Rubalcaba no le correspone abrir un tiempo nuevo, sino cerrar un tiempo muerto, interpretar el epílogo del zapaterismo, salvar algunos muebles del naufragio. Sin Zapatero, ruidosamente, estruendosamente silencioso estos días. Pendiente de Bruselas, de los mercados, de su obediente ministra Salgado, de la operación regreso a León, de alejarse del rumbo y la imagen de Italia. Spain is different, it isn't a PIG... Jawoll, Ang(u)ela, oui, Nicolas, of course, Barack...

¿Estaría anoche en un saloncito de la Moncloa viendo la tele? ¿En un iPad? ¿Telefonéo a Alfredo al acabar el debate? ¿Le mandó al menos un sms?

Sin Zapatero, (aún) peor. Pretender borrar a Zapatero de la campaña acabará siendo un error. Porque la campaña es sobre Zapatero, reencarnado en un Rubalcaba que repite hasta la saciedad su propósito de enmienda e intenta al mismo tiempo no traicionar el gobierno en el que fue pieza clave. Enfocada por el PP la campaña como una enmienda a la totalidad, un "No a Zapatero" simétrico a aquél "No a la guerra", aquí falta Zapatero. No el Zapatero de la insoportable ligereza del ser (político), sino el personaje grave, apesadumbrado, en quien se ha convertido este último año y medio, desde que le obligaron a cambiar de rumbo y a descender al mundo real.

El Zapatero-ecce-homo. Este Zapatero contradictorio, heroico en la adversidad, maduro, hubiera podido tener un gran papel en una campaña cómodamente planteada como un plebiscito sobre las sombras y los errores de su etapa en el gobierno. Renunciar a ello es de una simplicidad estratégica impresionante. Sólo Zapatero puede liberar a Rubalcaba de su pesada carga, de su pecado original. Sólo él puede reclamar para sí el peso de la culpa y de los errores, pero también los aciertos. Sólo Zapatero hubiera podido crear más campo de juego para un Rubalcaba atado de pies y manos, sin margen para mucho más que perder dignamente y preparar desde ya la estrategia de oposición y de renovación de su partido a dos o tres años vista. Sólo Zapatero puede mirar a los ojos a los ciudadanos y explicarles -con la verdad, toda la verdad, por delante- qué ha sucedido y por qué. Sólo él.

Pero ahí estaba el presidente solitario. Viendo la tele. Echándole una mirada nostálgica a los muebles y salones que pronto va a desalojar, pensando en todo aquello que empezó precisamente en un tsunami de sms, en un tiempo sin facebook ni twitter, con aquel Alfredo de entonces que abrió el camino a la Moncloa... Sí, tal vez le mandó un sms  incorregiblemente  optimista. Sí, Alfredo, aún hay partido.

 
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