DÍA -7 / ¿Tiene Rubalcaba una carta en la manga?

El Rubalcaba-candidato es más flojo que el Rubalcaba-estratega e infinitamente menos brillante que el Rubalcaba-portavoz o el Rubalcaba-poderoso. Lo disimula gracias, entre otras cosas, a la levedad de su oponente, un grisáceo Rajoy que encaja perfectamente con el perfil de tecnócratas como Papademos o Monti. Pero como candidato, pese a sus muchas virtudes dialécticas e intelectuales, no ha encontrado ni encontrará el corazón de la campaña, esa tecla que puede despertar (no en quince días, por supuesto) a los votantes perdidos en los últimos años.

Los sondeos insisten: victoria sobradísima del PP y el PSOE al borde del descalabro. En estas circunstancias, salvo un milagro o una catástrofe impensable, Rubalcaba no tiene posibilidades de invertir el resultado. Tal vez ni las ha tenido nunca ni se trataba de eso. La misión era gestionar la derrota y salvar lo que se pueda, preparar el lunes negro del 21-N. Sin embargo, la última semana aún puede reservarnos sorpresas. Debería reservarnos sorpresas: el Rubalcaba-químico tendría que estar buscando en su laboratorio alguna fórmula magistral. A la desesperada.

Eso es lo que se le supone al personaje: capacidad para guardarse en la manga esa carta que tiene que ponerse sobre la mesa en el momento preciso. Ni antes ni después. Ahí reside la clave del personaje Rubalcaba, la personalidad pública que ha construido a lo largo de su trayectoria. Esa es la magia que se espera de él.

Hoy domingo es el día -7. Tiene hasta el viernes para hacer su truco. Lo que sea: algo que, aun siendo imposible ya cambiar la historia del futuro, esté a la altura del personaje. Nos sorprendería (y decepcionaría) si no nos sorprende: su estatura como salvavidas del PSOE durante unos años depende de ello. El 20-N, Rubalcaba se juega el mito Rubalcaba.

 
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