DÍA 7 / Mariano tiene un plan, Duran sueña y Merkel a lo suyo

Rajoy se ha comprometido a algo. Una gran noticia, sin duda. Promete que en 100 días presentará un plan. La tradición de conceder a los gobernantes cien días de relativa tranquilidad al principio de su mandato va a quedar aparcada esta vez: Rajoy empezará con un paquete de medidas de urgencia, un plan de choque para que se note que por fin ha llegado "el cambio". Un paquete modelo "lo-primero-que-se-nos-ocurra-que-en-el-programa-no-pone-nada". Luego, mientras dure la primera oleada suave de protestas y los mercados y Frau Merkel estén más tranquilos, se encerrará con su equipo de gente c-o-m-p-e-t-e-n-t-e, por supuesto, y pensarán un plan. A los cien días, Moisés bajará de la montaña con las tablas de la ley, reunirá al pueblo y le leerá los nuevos mandamientos. El-plan-que-nos-va-a-sacar-de-la-crisis. A esto le llaman política ficción. Y aún quedan ocho o nueve días de campaña...



Los sueños, sueños son. Duran Lleida toca la batería, consigue su día de gloria en campaña y se saca de la manga el viejo sueño de siempre. Un gobierno de unidad, de concentración. De unidad "nacional" mejor no, porque ese término resultaría incómodo para el nacionalismo catalán. Un gobierno en el que se supone, aunque no se diga, que él debería estar. Faltaría más: se acerca una de sus últimas oportunidades ministeriales. Pero, ¿dónde está escrito que un gobierno de concentración necesite de los nacionalismos periféricos del norte y del nordeste? No está nada claro que sea necesario que el PSOE se suicide un poquito más gobernando junto a Rajoy, por mucho que Bono lo desee, ni mucho menos que no sean posibles otras fórmulas "de concertación" para recentrar España. Bono, por ejemplo, tiene otro plan para fundar un gobierno de concentración para centrar este país, con el objetivo de poner en su sitio a los que tontean con la secesión, atarlos corto y frenar en seco sus sueños de autodeterminaciones, referéndums, soberanismos y otras pamplinas. Que es de lo que se trata y sobre lo único que va a decidir el próximo gobierno. El programa económico van a recibirlo por correo electrónico desde Berlín a los cinco minutos de ganar las elecciones. Si no lo han recibido ya es porque Berlín no tiene claro si el sur le interesa para algo más que minimizar los daños de Alemania en la inminentre catástrofe final de Europa.

Mientras tanto, en Berlín... Frau Merkel, que no es mujer de grandes sueños y que en todo caso sólo sueña en cómo va a terminar con su pesadilla, va dándole forma a su plan. Una Unión Europea que ya no será ni unión ni europea, algo así como la vieja comunidad del carbón y del acero pero sin Italia. El objetivo está cada vez más claro: dejar atrás al pelotón de los torpes, olvidar los papandreus, los berlusconis, los zapateros, los rajoys, los portugueses...

 
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